En Pan y Arte Boedo 876
El autor de Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio es evocado en una puesta escrita y dirigida por Gustavo Manzanal en Pan y Arte (Boedo 876) Henry Miller, el controvertido hacedor de “Trópico de cáncer”, entre otros textos donde la sexualidad se narra explícitamente, respetado y denostado por los lectores de distintas generaciones, no parece -últimamente- entrar en la lista de favoritos de las elites literarias. Manzanal, actor y autor de más de 40 piezas, decide trabajar la figura de aquel personaje norteamericano vertiginosamente, respetando las contradicciones y los excesos de sus novelas, repasa una crónica de Télam. Sobre las tablas, el autor aparece rodeado de cuatro personajes masculinos más, suerte de alteregos que van acompañándolo en distintos recorridos por textos y anécdotas de su vida, dentro de un clima onírico, por momentos oscuro. Manzanal compone un Miller poderoso y frágil a la vez, desde una corporalidad sugestiva, que acaricia los costados perversos de su criatura, a partir de una comprensión empática, dotando a este hombre de movimientos fuertes, capaces de dominar la escena, inquietando a la platea. “Henry….”, a través de una narrativa enérgica acentúa los desbordes y los miedos del escritor, sus intensos vínculos con las mujeres y la familia de origen, pero centrándose en su amor por la música, pretexto dramático para lograr traerlo creíblemente a esta vida, durante la hora en que se extiende la función. “Después de la literatura, está la música”, concepto de Miller retomado por la pieza, haciéndose cargo de los riesgos actorales implícitos en esta idea, que también atraviesa el ritmo casi fraseado de los textos, subrayados por los acordes en vivo, ejecutados por Martín Miconi. Dentro de esa poética de pentagramas y letras, la puesta se compromete y transforma -en un pasaje conmovedor- a todos los personajes en miembros de una banda musical, quienes tocan sus instrumentos en vivo, sin abandonar la estética de la trama, manteniendo la mirada entre romántica y obscena acerca de la realidad. Los vigorosos trabajos del elenco integrado por Diego Solari, Gustavo Sternischia, Ariel Djemdjemian y Fabio Duré se asoman a los bordes del exceso, coqueteando con el melodrama y salen airosos del reto, bien cuidados por la dirección. Dentro de una escenografía precisa en su austeridad, diseñada por Paula Picciani –a cargo también del vestuario-, existen ciertos elementos sencillos -pero claves- para diseñar un universo nocturno y varonil, detalló la agencia. Dentro de esa lógica sombría y literaria, una banqueta de bar, los vasos de whisky y la mesa de trabajo cobran protagonismo hasta convertirse –en varias ocasiones- en criaturas escénicas que aportan dinamismo a la pieza. Los fanáticos de Miller pueden reconocer guiños cómplices en el argumento, algunas veces potenciados por la inclusión de videos en la puesta, pero quienes no conozcan la producción del autor, pueden disfrutar igual de este viaje inquietante, por ciertas aristas de lo masculino, a cargo de artistas comprometidos con el riesgo. “Henry returns”, de y por Gustavo Manzanal, en Pan y Arte, Boedo 876, domingos a las 19.30.