“Mi tortugo”: un libro de verano para los más chicos

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El libro de la escritora Laura Witner es una opción para estas vacaciones en el mercado literario infantil. Con ilustraciones de Maria Elina es la combinación perfecta para esta temporada. Entérate los detalles.

El libro mi tortugo (fue vernos y querernos) fu escrito por Laura Wittner e ilustraciones de Maria Elina que combina poesías y coloridas ilustraciones para indagar en las formas de hablar lo cotidiano.  La historia cuenta la vida de una niña que pasa sus días con su gato y su tortugo. La importancia de las mascotas, los espacios y la diversidad de intimidad es lo que la idea central que trasmite y prescinde el libro.

Publicado por el sello Ralenti, el libro inaugura la colección de poesía “Osa Mayor” de esta propuesta editorial que busca combinar la potencia de la imagen y la palabra en función de la narración.

Wittner explicó que el proyecto comenzó cuando se juntó con las dos impulsoras de Ralenti (Joana D’Alessio y Violeta Noetinger) con la idea de escribir sobre su tortugo Tato “no necesariamente un poema, ni necesariamente rimado ni necesariamente para un público infantil”, sino que “tenía observaciones, ideas sueltas pero ellas se entusiasmaron de inmediato” y entre las tres imaginaron “qué tipo de texto podría tener a Tato como personaje”.

La autora de libros como “La tomadora de café” y “Veo, veo, conjeturas de un conejo” iba enviando partes del poema a las editoras y juntas pensaban “qué tipo de ilustración sería capaz de dar vida a ese texto, de convertirlo en un libro álbum”.

 

María Elina (Buenos Aires, 1975) dijo que lo primero que se le ocurrió “fue que el punto de vista fuera un poco más difuso a través de las ilustraciones, que la ambigüedad hiciera dudar al lector”, ya que le parecía “un juego divertido que no estuviera claro de quién era la voz, de la nena o del gato y si por momentos creemos que habla el gato también resulta gracioso porque habla un poco de él mismo cuando habla de las particularidades de su ´mascota´”.

 

“El trabajo de los ilustradores es tratar de encontrar esos huecos en el texto, eso que no dice para hacer nuestro juego y aportar desde las imágenes un trabajo más autoral. En el poema de Laura en ningún momento se explicitaba que la voz era de la nena y fue genial para mí. Esto fue lo que acordamos desde el principio, la ambigüedad fue el punto de partida y ahí empezó el juego”, describió la ilustradora.