Una difícil situación económica que afecta al buen funcionamiento de los clubes barriales. La historia de los cierres y la difícil situación de los que aún se conservan a puro pulmón.
El primer semestre del año trajo serias complicaciones a la vida cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Muchas librerías y espacios sociales y centros culturales debieron cerrar sus puertas ante la posibilidad de seguir sosteniéndose en pie por la suba de los impuestos.
Uno de los sectores más lastimados fue el de los clubes barriales.
La importancia de estos centros recreativos es muy elevada en la comuna en la que están insertos.
En su mayoría, los centros culturales barriales, nuclean a jóvenes y adolescente de entre 14 y 30 años de edad para unirlos en trabajos cooperativos par el bien comunal.
Logran una gran tarea de contención brindando un espacio de esparcimiento libre y gratuito que promueven modelos de vida sana y capacitaciones permanentes para inserción la laboral rápida, entre otras actividades.
Si bien el objetivo principal es el esparcimiento sano, realizan otras actividades comunitarias muy interesantes y cuyo valor en estos tiempos es casi imprescindible.
“Se palpa la situación: hasta el año pasado las becas por necesidad eran una excepción. Este año, a esta altura, ya llevamos concedidas veinte y otras tantas esperan turno”, nos aportan, confidencialmente, en uno de nuestros más importantes clubes zonales.
Desde los Clubes barriales, se intentó solicitar a la Subsecretaría de Deportes de la Ciudad un reconocimiento subsidial en los servicios básicos para poder seguir manteniéndose en pie.
Sinn embargo las respuestas se están haciendo esperar y mientras tanto los clubes siguen luchando por mantenerse con vida.
Las canchas de futbol ubicadas bajo la autopista tuvieron que suspender sus juegos nocturnos para evitar las facturas de luz de fin de mes. De pagar $2500 pesos bimestrales en noviembre pasado, hoy pagan $7600 mensuales.
Otro caso particular lo constituye el Club Estrella de Boedo. El lugar cuenta con 6 canchas de futbol y se brindan allí diferentes actividades deportivas como básquet, futsal y hand ball. Además cuenta con apoyo escolar en todos sus niveles.
El lugar tiene un gasto mensual de $70.000 Sin embargo no se están pudiendo hacer frente a los gatos producidos por el tarifazo, por lo que aún continúan esperando alguna respuesta de los subsidios barriales para costear al menos una parte de las ultimas facturas de servicios.
La vida cultural padece el incremento tarifario de un modo particular. Cuando el cuadro de necesidades se rebaja al primario alimento, desaparecen en primer orden aquellas actividades, como el teatro y los clubes, consideradas imprescindibles dentro de las comunas barriales.