Al parecer un restaurant de la Ciudad nos acerca una propuesta innovadora, los detalles de una imperdible fusión cultural.
La gastronomía argentina es muy abierta a las influencias de otros países y culturas. La combinación parecería ser la característica que mejor la describe.
Sin embargo estamos acostumbrados a las empanadas, tiras de asado y chorizos como parte de una gastronomía clásica.
Mishiguense es un restaurant ubicado en el corazón del barrio de Palermo que se destaca por su cocina netamente judía. Un lugar austero, sencillo pero con buenos servicios jamás imagino que su grandeza llegaría a competir con los 50 mejores restaurante de comida judía de América Latina.
Años anteriores el resto judía fue el primero en llegar a la revista Restaurant que arma el canon de la industria gastronómica mundial.
Además de Mishiguense se encontraron en la lista de competidores otros 9 restaurantes porteños, tales como Tegui, Don Julio y Proper entre otros.
Lo que caracteriza a Mishiguene y lo diferencia de muchos es que hace cocina para el corazón. “Quienes se acercaron a Mishiguene saben que tomamos la memoria emotiva como el hilo conductor de nuestra propuesta: creemos que la cocina es un acto de amor”, Tomás Kalika y Javier Ickowicz, socios del restaurante.
Los platos y el ambiente festivo del lugar, como también sus aromas, levantan recuerdos que se parecen mucho a los de los viernes a la noche en la casa de la abuela. Porque para una parte importante de la ciudad, un pan trenzado o un budín de pescado dicen mucho más de sus tradiciones familiares que un plato de ñoquis o un locro.
“Apostamos hace tres años a revalorizar una cocina que había quedado un tanto relegada a la cocina hogareña”, explican. Aunque no dejan de aclarar que se trata de una cocina que crece en todo el mundo y que tiene un mapa gigante, de mil variantes, que da para mucho. Así como otras cocinas “de infancia” tuvieron su momento de puesta en valor (la italiana y la española, por nombrar un par), hoy le toca a la judía.