¿Como y porque elegimos a nuestros amigos?

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Al parecer existe una razón química en nuestra empatía hacia nuestros amigos. En esta nota te contamos que sucede cuando elegimos a nuestros amigos en nuestro interior y como se da la amistad según la ciencia.

Hace menos de 1 mes celebrábamos el día del amigo. Una jornada especial donde los que entablan una relación próxima disfrutaron de abrazarse y sentirse cerca.

La amistad es uno de los condimentos especiales de la vida de las personas que influye en su visión del mundo. Se estima que quien más amigos posee menos posibilidades padecer depresión posee.

Sin embargo nunca nos detuvimos a pensar porque queremos tanto a aquellas personas que elegimos como aliados de la vida.

La neurociencia y la psicología al parecer tienen la respuesta.

Con frecuencia nos parecemos a nuestros amigos. No solo mentalmente sino que también físicamente.

Un reciente estudio determinado por Jck Shaefer, psicólogo y agente retirado del FBI sostiene la capacidad de determinar qué grupo de amigos es más duradero al comparar las actividades y movimiento de sus miembros.

Según el mismo Shsefer la amistad está definida por varios conceptos tales como proximidad, frecuencia, intensidad y duración. “La amistad es cuestión de proximidad: distancia entre dos personas y exposición entre ellas a lo largo del tiempo; de frecuencia, que es el número de contactos y duración; de intensidad, que es la capacidad de satisfacer las necesidades físicas y psicológicas del otro; y de duración, ya que cuanto más tiempo pasás con una persona, más lográs influir en ella¨ explica Shsefer.

Es sabido que los movimientos corporales y las gestualidades delatan nuestros sentimientos.

La neurociencia postula que nuestro cerebro interpreta señales amigables u hostiles en las otras personas.

Las más claras señales de amistad son arquear las cejas, inclinar la cabeza hacia un costado y la sonrisa, que cuando es sincera se transcribe en el rostro con la comisura de la boca hacia arriba, movimiento ascendente de mejillas y ojos fruncidos. Las sonrisas fingidas, en cambio, son asimétricas.

Cuando estamos entre amigos nos distendemos y comenzamos a comportarnos de manera muy relajada. Es generalmente cuando aflora lo mejor de cada uno. Las miradas recurrentes fijas y alegres demuestran que estamos frente a las personas correctas.

A estar en confianza nuestros músculos se relajan y nos mostramos más satisfechos y simpáticos con la situación presente.

A un grupo de amigo le siguen las risas y los toques, abrazos, palmadas etc que hacen a la charla.

El hecho de que los amigos se parezcan físicamente y hasta adopten el mismo estilo muchas veces tiene que ver con un fenómeno que se llama isopraxis. Los científicos creen que si este fenómeno no se produce en un grupo de amigos es porque no existen posibilidades de prolongar la amistad.

Además la neurociencia ha demostrado que aunque seamos personas muy distintas, el hecho de volvernos amigos hace que desde ese instante comencemos a parecernos.

Así de ésta manera el sentido bíblico del ¨dime con quién andas y te diré quién eres¨ es absolutamente real.