Esquina Domingo Cura

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Colombres 3698 esq. San Juan

Fue un hombre de la música, de toda la música, lo suyo no fue sola
-mente el folclore, fueron también los ritmos latinos, el jazz y sobre todo
el apoyo más que importante en la realización de obras con destino de
eternidad como la fabulosa Misa Criolla del maestro Ariel Ramírez, de la
que el mundo sigue siendo un escenario de cinco continentes.
Desde su infancia y hasta su muerte dedicó su tiempo y su trabajo a
perfeccionar la técnica de la interpretación musical en instrumentos nada
comunes ni sencillos de dominar, pero que eran los que él había elegido
como sus elementos de expresión y con los que generó toda una escuela
en el arte de la percusión.
Todos los que lo conocieron en su labor musical, coinciden en que
fue único, su técnica no tuvo y creemos que no tiene, quien lo equipare,
del mismo modo que, seguramente, será difícil equiparar su bondad, su
humildad, su desconocimiento de quien era en el medio musical en el que
se movía, fruto posiblemente, de sus orígenes provincianos que se empeñó
en no abandonar a pesar de sus muchos años de residencia en Buenos Aires
con todo lo que esto suele tener de contaminante para los provincianos
buenazos como don Domingo.
Y lo veíamos siempre callado, como tratando de que no se lo notara,
como si fuera posible que pasara desapercibida su cara de corte norteño,
posiblemente con resabios del inca o del aymará que poblaron su tierra
natal en tiempos remotos y de los que debe haber heredado, junto a sus