El fenómeno climático del pasado fin de semana exhibió una fuerza excepcional. Más allá de la manifestación superficial, en la actualidad, existe una causa estructural y subyacente que impulsa la recurrencia y la intensidad de los fenómenos extremos: el cambio climático. Este aspecto, al que la humanidad presta atención, no ha sido contrarrestado de manera decisiva con políticas concretas. Como es habitual, las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías para registrar todo contribuyen a la narrativa de relatos impactantes: sillones que vuelan desde los balcones, cortes de energía generalizados, árboles destrozados en medio de las avenidas y vehículos destruidos en varias áreas. Lo que décadas atrás pertenecía al ámbito de la ficción ahora se materializa. Al mismo tiempo, la imaginación apocalíptica se confirma con tristeza cuando los eventos naturales dejan víctimas fatales. En esta conversación, la experta del Conicet y referente internacional en el tema, Inés Camilloni, detalla las características de lo sucedido y proyecta si podría repetirse a corto plazo.
–El fenómeno climático del fin de semana, ¿fue un suceso excepcional o ha sido registrado más frecuentemente de lo que la ciencia cree en los últimos años?
–Fue un fenómeno excepcional en términos del área geográfica que abarcó: una línea de tormentas que se desplazó desde el suroeste de la provincia de Buenos Aires y avanzó cientos de kilómetros hacia el noreste. Las tormentas que tuvimos en años anteriores con mucha lluvia y viento tenían una característica más localizada; por lo tanto, el evento del fin de semana marca una diferencia con lo que veníamos observando. Sabemos de las consecuencias en Bahía Blanca y toda el área metropolitana, pero a lo largo de su recorrido complicó las cosas en diferentes regiones.
–En sus declaraciones a los medios, la ministra Patricia Bullrich mencionó la importancia de una “cola de tornado”. Nunca había escuchado este término, ¿puede explicar de qué se trata?
–Argentina es un lugar donde se han registrado tornados y probablemente continuaremos registrándolos en el futuro. Desde un punto de vista meteorológico, la “cola de tornado” no existe, no sé de dónde lo habrá sacado o a qué se refiere. Lo que ocurrió fue una línea de tormentas que, de manera local y en algunos puntos de su trayectoria, presentó algún tipo de eventos similares a lo que conocemos como tornado. Experimentamos vientos con velocidades realmente extraordinarias. Sin embargo, no podemos afirmar que el país “enfrentó un tornado” porque no fue la característica principal del fenómeno.
–¿Cómo afectó el fenómeno El Niño?
–Cuando se produce El Niño, la atmósfera está más cálida de lo normal; y cuando eso se combina con el cambio climático, se crea una sinergia entre dos fenómenos que tienden a calentar el aire. En este escenario, se genera más vapor de agua disponible que se desarrolla en un contexto de mayor inestabilidad, favoreciendo que el aire ascienda. Luego, se condensa y da lugar a la formación de nubes con desarrollo vertical, indicando la ocurrencia de fenómenos severos. Además, cuando hay un cambio significativo en la velocidad del viento entre la superficie y las alturas, pueden formarse nubes con aspecto circular. Como resultado, se obtienen vientos muy intensos que pueden ir acompañados de fuertes tormentas. El Niño es un fenómeno de la variabilidad natural del clima que opera junto al proceso de cambio climático.
–Parte de lo que provoca el cambio climático actual es que los fenómenos se vuelven más severos y recurrentes. ¿Argentina debería acostumbrarse a estos eventos climáticos?
–No diría que deberíamos acostumbrarnos, pero sí deberíamos ser conscientes de que podría volver a ocurrir un evento de estas características y que estamos expuestos. A medida que tenemos más vapor de agua, el cambio climático genera más energía disponible en la atmósfera. Esa energía puede liberarse en forma de tormentas, por lo que es perfectamente posible tener este tipo de eventos climáticos en el futuro.
–Recientemente regresó de la Cumbre climática de Dubai. ¿Qué discusiones se llevaron a cabo al respecto? ¿Qué se debe hacer después de un evento climático como este?
–Durante los primeros días de la Cumbre (COP 28, de Naciones Unidas) se debatió sobre el Fondo de Pérdidas y Daños. Precisamente, ¿cómo proporcionar apoyo financiero a los países menos desarrollados, que tienen menos responsabilidad en las causas del cambio climático y, paradójicamente, son los más expuestos a fenómenos climáticos severos? Una de las cosas que se acordó es cómo promover este financiamiento, que inicialmente será gestionado por el Banco Mundial. Por ahora, las propuestas de fondos están muy lejos de lo necesario.
–Estados Unidos anunció apenas que aportaría 17,5 millones a ese Fondo, cuando se necesitan miles de millones para empezar a hablar en serio…
–Siempre vemos ambas caras en las cumbres: se toman decisiones que son favorables, pero en la práctica no tienen el alcance y la magnitud que deberían. Estamos muy rezagados en lo que debemos hacer: no solo no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que las aumentamos. La situación empeora cada vez más.