Por Eduardo Rubén Bernal *
Hoy: Buyón
Casi olvidada voz del lunfardo que, por su antigüedad, bien podría estar en el recinto VIP de la parla arrabalera. Su presencia en algunos tangos de rango le han dado alguna supervivencia, pero del habla coloquial del porteño, su territorio natural, ha sido desalojada tristemente.
Su vigencia en el lunfardo data de los tiempos de su prehistoria, es decir de cuando todavía no había testimonios escritos de él. Su presencia en los primeros documentos que sobre el lunfardo existen, permiten asegurarlo. Aparece como “bullón” registrada en La Nación del 11 de febrero de 1887 en el célebre artículo “Caló Porteño” de Juan A. Piaggio y, posteriormente, lo incluye Antonio Dellepiane en el “Idioma del Delito”, del año 1894. En el primer caso con la idea de “comida” y en el segundo de “sopa”, es decir con el sentido de “alimento”, que es el significado que le corresponde.
Desde entonces aparece en todas las obras vinculadas al lunfardo. Luis Contreras Villamayor lo incluye en el “Lenguaje del Bajo Fondo” de 1915, y Felipe Fernández “Yacaré” en su “Versos Rantifusos”, aunque éste último, con el significado de “estómago” que no parece correcto.
Para esos años o talvez antes, en 1914, Pascual Contursi le da definitiva alcurnia tanguera en “Ivette”: “¡Qué te ha de dar ese otro / que tu viejo no te ha dado! / ¿No te acordás que he robado / pa que no falte el bullón?”. Algunos años después, en 1927 Enrique P. Maroni con música de Adolfo R. Avilés escribe en “Micifuz”: “Y en otros tiempos amigo, / patinaba en la miseria / con los bultos de la feria / por un poco de bullón,…”
Al año, siguiente, 1928, parece haberse puesto de moda. Lo registra Carlos de la Púa, -el que le cambió la aristocrática e hispanizante “ll” por la plebeya y autóctona “y”-, en su poema “La ex canchera” de “La Crencha engrasada”, donde proclamó “la que a todo canero pecuniariamente / ayudó sin grupo, y le paró el buyón, / y además de pilcha y de pliego pa indulto /Le daba su amor”. También para ese año, Ramón Collazo, montevideano él, le dedica a Rosita Quiroga su único tango como letrista: “Pato”: “Cuando te de el espiante la mina / Volverás por nuestra esquina / A mangar para el bullón”. Asimismo Manuel Romero para esos años, y con música de Enrique Delfino, para que lo cantara Tita Merello en una de sus revistas, escribe “No es por hablar mal”: “Me manda dos por tres / de flores un montón / y en casa su mujer / no tiene p’al buyón.”
La rancia estirpe tanguera quedó probada, pero no así su origen al que trataremos en el siguiente número.
Chau hasta la próxima.
* Secretario de la Academina Nacional del Tango – Prosecretario de la Academia Porteña del Lunfardo – Secretario de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo