Cada vez más populares, los teatros clandestinos dominan los barrios. Almagro es el nuevo rincón de los artistas que buscan desarrollarse a pesar de la crisis. Los detalles.
Almagro vivió en los últimos años un movimiento cultural en materia teatral que termino definiendo al barrio.
Desde la llegada del container a la Ciudad Cultural Konex del barrio todo comenzó a virar. Se tejieron miles de ideas al respecto ,desde que se trataba de una mafia hasta de que el Complejo cultural había sido subalquilado.
Lo cierto es que pronto se supo que el asunto del alquiler era una campaña publicitaria urdida por la agencia BBDO para promocionar la obra de teatro Chin Gú Containers, una experiencia interactiva completamente novedosa en estas latitudes.
Las funciones de esta obra sensacional se realizan de jueves a sábados con doble función nocturna.
Una increíble atmósfera de misterio y talento rodea al lugar. Todos los que participan en ella, desde el que entrega los tickets en boletería hasta los que la van a ver, asumen un pacto de silencio para que la maquinaria funcione. En algún punto se vuelven cómplices de algo que opera en las sombras. Demasiado verosímil para ser ficción; demasiado crudo para ser real.
Al entrar al espacio la experiencia es completamente novedosa. Los carteles anuncian “Todo esto depósito mercadería. Usted ve cosas peligroso no importancia. Policía no problema”.También se anuncia que en este inframundo habrá tres containers, en los que se desarrollan actividades por lo menos extrañas: en uno, se festeja la graduación de un grupo de autoayuda llamado Fundación YO; en otro, opera un club de fans con un sentido de la moral muy ambiguo; en el tercero, se realizan terapias poco convencionales sobre la salud de cierto personaje.
Este libre mercado de oscuridades es asegurado por la señorita Chin Gú y sus secuaces. Curiosamente, ellos ponen las reglas y, al asumir cierta función parapolicial, garantizan la tranquilidad del límite. Solo eso se puede decir por ahora.
Con Chin Gú -una coproducción del C. C. Konex, Pipa y Minina Fund-, este trío creativo se alineó en un nuevo paradigma de teatro que tiene que ver con la experimentación y con derribar lo que en la jerga llaman “la cuarta pared”, que vendría a ser ese velo invisible que separa a los actores de la sala.
En esta tendencia se inscriben obras precursoras como Sleep no more, del grupo Punchdrunk, realizada desde 2011 en un tétrico hotel abandonado de Chelsea, Nueva York. En ese caso se trata de una adaptación de Macbeth con toques de Hitchcock -el periódico New York Magazine dijo que es como estar en una película de Kubrick-, en la que el público hace un recorrido inmersivo por los seis pisos del hotel e interactúa con el elenco de la obra. Eso sí: en todo momento los espectadores llevan puesta una máscara, que representa esa cuarta pared.